RELIGIÓN DE LA CULTURA CHINA
NOMBRE: JOSELYN GALLARDO
Las religiones de China
Cada pueblo tiene la
religión que hereda de los antepasados. Este aforismo
ampliamente difundido es en China más cierto que en otros países.
Los estudiosos dicen que la primitiva religión de los chinos, como
de los pueblos que vivían cerca de ellos, era el culto a los
antepasados, y a las fuerzas de la naturaleza, a las que
creían dotadas de espíritus propios. Precisamente estas dos
religiones primitivas han impregnado de forma evidente los dos
sistemas filosóficos y religiosos más importantes de la
historia china, respectivamente el confucionismo y el taoísmo.
El culto a los ancestros en China
Posiblemente la práctica
religiosa más extendida en China es el culto a los ancestros.
Un culto que de alguna forma se extiende desde las primeras
manifestaciones de su cultura, hasta nuestros días, y que se apropia
o utiliza las tres religiones principales taoísmo, budismo y
confucianismo. Aunque el culto a los ancestros se suele
relacionar con el confucianismo, su origen es mucho más
antiguo, extendiéndose su práctica a todas las esferas de la
vida religiosa china. A lo largo de este tiempo como religión
primordial de los chinos, ha pasado a convertirse en la piedra
angular de su vida familiar y social, y en la propia esencia
alrededor de la que se construye el carácter de cada persona.
Desde el pasado remoto
los chinos consideraban que la persona estaba formada por un
cuerpo y varias almas, que no morían con el cuerpo, sino que
tras la muerte pasaban a vivir en el mundo de los espíritus. En
ese mundo los muertos tenían las mismas necesidades que cuando
estaban vivos, comida, ropa, armas, adornos, etc. Objetos que les
eran proporcionados por sus descendientes vivos, generalmente
enterrados con ellos en las tumbas, o mediante los sacrificios
ante las tabletas de los ancestros. Esa es la razón de que en
las tumbas antiguas de los reyes y emperadores se hayan
descubierto magníficos tesoros que reflejan las necesidades
que el fallecido podía tener en el mundo de los espíritus,
incluyendo objetos de culto, soldados, guardianes y artículos
de su vida cotidiana.
Al igual que cuando
estaban vivos los ancianos eran respetados, cuando morían y se
convertían en ancestros, eran aún más venerados, pues aunque
en ese estado pasaban a depender de sus descendientes vivos,
que durante cada comida les ofrecían unos granos de arroz o un
poco de vino en los altares de sus hogares, a su vez adquirían
la capacidad de bendecir y ayudar a sus descendientes,
proporcionándoles prosperidad, felicidad y fortuna. Si bien se
creía que los antepasados estaban presentes continuamente,
como demostraba la presencia en cada hogar de la tableta de
los ancestros, su presencia se hacía más evidente durante
algunas festividades y celebraciones, cuando se creía que
compartían las ofrendas que sus descendientes les proporcionaban.
Pero si a estos ancestros no se les proporciona las cosas que
necesitan, se enfadan y hacer daño a sus descendientes. Se
convierten en demonios.
Los ancestros de los
clanes más poderosos, de los clanes reales, se convirtieron en
los tiempos antiguos, en los dioses de todos sus súbditos.
Restos de estas creencias
primitivas se encuentran todavía hoy en día en las religiones
de algunas de las minorías que habitan en las zonas
montañosas del Sur y del Suroeste. De hecho, el mito de Pangu,
el creador del universo y todo lo que éste contiene, arrinconado
por los chinos en el terreno de la fábula hace ya muchos siglos,
mantiene hoy en día una presencia viva en la cultura y religión
de varios pueblos indígenas del Sur de China.
Cuando se habla de la
religión en China hay una discusión permanente entre los que
opinan que los chinos son ateos por naturaleza, y los que
aseguran lo contrario. Tal vez ayude a entender mejor la relación
de los chinos con la religión, si consideramos que estas religiones
primitivas han sido la base sobre la que se han superpuestos
las subsiguientes religiones nacionales e importadas.
COMENTARIO Al igual que cuando
estaban vivos los ancianos eran respetados, cuando morían y se
convertían en ancestros, eran aún más venerados, pues aunque
en ese estado pasaban a depender de sus descendientes vivos,
que durante cada comida les ofrecían unos granos de arroz o un
poco de vino en los altares de sus hogares, a su vez adquirían
la capacidad de bendecir y ayudar a sus descendientes,
proporcionándoles prosperidad, felicidad y fortuna